miércoles, 9 de diciembre de 2009

Despierto.

¿Nunca has tenido un sueño donde ves la mujer que amarás? sientes que es ella, sabes que es ella, tiene el aroma que te gusta, sus manos son tibias y suaves; pero cuando la vas a besar… ¡despiertas! Y no recuerdas ni su nombre ni su rostro.

Edgar Allan Poe decía: "Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche" es ahí donde comienza todo.

Serían mas o menos las 6 de la mañana cuando llegue a mi casa, bueno a mi casa es un decir pues aún vivía en la casa de mis padres; al abrir la puerta quede de frente a un par de ojos enrojecidos los cuales se encontraban soportados sobre un par de ojeras de noche entera, era mi mamá que al verme llegar amanecido y un poco bebido dijo:

- Muy bonitas las horas de llegar, usted siempre llegando tarde… bla, bla. Bla, bla,… esta casa no es un hotel… bla, bla, bla… mientras usted viva bajo mi techo… bla, bla, bla, bla.

Después de dormir unas horas y ya casi anocheciendo, recibí una llamada, era el gordo (el gordo: dícese de mi amigo de juerga, parranda y el hermano que nunca tuve.)…

- qué se dice parcero, ¿mucho guayabo?
- Mas o menos, por qué, qué hay que hacer
- Pues mijo, tengo una botellita de tequila en el apartamento, pásese no la tomamos y de una ves le cuento algo muy importante.
- ¿qué?
- Pase, mijo… acá le cuento.

Salí con rumbo al apartamento de gordo no sin antes recibir el discurso de despedida
- ¿otra ves pa´la calle? Bla, bla, bla… claro como yo estoy pintada… bla, bla, bla… ya me imagino la hora de llegada, bla, bla, bla.

Al llegar al conjunto timbré y de inmediato abrieron la cerradura desde arriba, subí lentamente los tres pisos, la puerta esta abierta y al entrar quede frente a un par de ojos… verdes, dulces con un toque oriental, obviamente no era el gordo.
- hola soy Mariana, el gordo está en la tienda ya viene, sigue…

¿Nunca has tenido un sueño donde ves la mujer que amarás?
Me quede atónito, quede como ese mismo aparta estudio… de una sola pieza; era ella sus ojos su cabello negro crespo, su boquita roja, pequeña, brillante, dulce (bueno todavía no lo sabia pero me lo imaginaba), su cuerpo era estilizado, no tan delgado, su piel canela, su caminar lento y su voz, su voz…

- vas a seguir o no.

Dijo ella desde la sala mientras yo la miraba idiotizado desde la puerta. Entré me senté en frente de ella y de nuevo me deje hundir en sus ojos y todavía me pregunto por qué dije lo que dije ( aquí va lo que dije)

- yo te he soñado, se quien eres… he sentido tus manos en las mías y besado tus labios mas de una ves y ahora se tu nombre Mariana y recuerdo tu rostro.

Ella sonrío y su sonrisa era como una brisa aromática; no me pregunten, no se por qué. Ella se acerco lentamente y casi susurrando me dijo – yo también se quien eres, y después de eso me dio un beso lento, largo, tibio, dulce.

Quise amarla ahí mismo, quise sumergirme es su ser, quise devorarla y dejar que me devorará pero en ese momento el gordo llegó.
Después de saludar, destapar la botella de tequila y ofrecerme un trago me dijo
- parcero hay que celebrar.
Mientras tanto yo, no podía dejar de mirarla
- parcero, brinde conmigo porque va a ser tío.
Fue como cuando se rasga un disco, como cuando se daña la señal en el radio.
- si parcero, le presento a Mariana la mujer que lleva en su vientre a mi hijo y a su sobrino.

No sentí el tequila bajar por mi garganta, tampoco se cuanto tiempo estuve allí lo que si se es que no fue mucho, porque llegue a mi casa mas o menos a las 9 de la noche y al abrir la puerta quede de frente a un par de ojos todavía no enrojecidos acompañados por una voz que decía.

- que milagro Dios mío, que milagro, el niño se dignó a llegar temprano.

La mire a los ojos y con un nudo en la garganta dije:
- no mamá se equivoca yo siempre llego tarde.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Caligráfico

Quiero hacerte el amor con fina caligrafía de la A, a la R; deteniéndome en la M y recorriendo beso a beso las dos montañas que la conforman y al llegar a cada cima volver al principio y de ahí al final en un ritimico vaivén.

Y en la O, sumergirme como en un pozo de agua tibia, hundirme como en jalea hasta que la tinta de mi pluma textualmete se haga uno con tu ser.